viernes, 24 de agosto de 2018

Infinitud


Me produce una tristeza infinita que personas a las que he querido, y quiero, y querré, me llamen tan sólo para pedirme los teléfonos de este o aquel --los putos contactos--, cuando para nada me han llamado, ay, para nada, en un año. Y hace un año fui yo quien llamé. La tristeza, me han dicho, no tiene curación. Pero yo no hago caso. Y así me va: de hostia en hostión. Jorge Oteiza lo dijo, de manera definitiva: "Donde puse mi corazón, lo perdí". Pero Oteiza debía tener muchos corazones, porque los perdía cada poco.




No hay comentarios:

Publicar un comentario