martes, 23 de junio de 2020

La paralización de las obras artísticas de Arantzazu (2º parte)












Seguimos con la 2º parte del 4º capítulo de nuestras #HistoriasArantzazu, que continúa el post anterior.
Durante la paralización de las obras artísticas de Arantzazu se buscaron diversas soluciones para su culminación. En el caso de Oteiza, en 1964 se reunió una comisión artística con el obispo de San Sebastián al frente, pero nuevamente se desautorizaron las obras y le propusieron sustituir el Friso por otro en el que desapareciesen las referencias humanas. Oteiza escribió al obispo: “El escultor no puede aceptar esta proposición, después de la libertad devuelta al artista por Su Santidad Paulo 6”.
Hubo que esperar a 1966 para que obispado de San Sebastián autorizara su instalación escultórica y a 1968 para que Oteiza regresara a Arantzazu, momento en el que se reinició la talla en piedra del Friso de los apóstoles y de la imagen de la Virgen. El apostolario se instaló en junio de 1969 y la Piedad en octubre del mismo año, culminando así el trabajo de obra pública más importante de Oteiza. 
Aquella paralización permitió que el proyecto madurase y sirvió para demostrar el potencial que tiene el arte para dar respuesta a la sociedad y su profundo simbolismo que trasciende y se proyecta a ámbitos sociales, religiosos, culturales y políticos de toda una comunidad
En una entrevista realizada en 1970 y ante las distintas interpretaciones de su trabajo, Oteiza indicó: “no veo ya más que un muro de soledad, la soledad de la muerte, suficiente una sola muerte para todos, la muerte en la pared de este lado de nuestra realidad, la incomunicación, la turbación, el dolor, la impotencia. No encuentro aquí la esperanza, como escultor no puedo ser más que testimonio, la esperanza religiosa se encontrará en el interior de la Iglesia, con la sagrada imagen de la Madre con el Hijo niño”.




martes, 16 de junio de 2020

¿Por qué 14 Apóstoles?












Esta es la primera pregunta que nos hacemos ante la fachada de Arantzazu, que intentaremos responder en el 3º capítulo de nuestras #HistoriasArantzazu.
Los arquitectos proporcionaron a Oteiza un espacio en el Muro el Friso de los apóstoles. En los numerosos estudios en yeso que realizó el escultor, hemos localizado bocetos con 13, 14, 15 y 16 figuras. Nunca con 12 apóstoles.
La primera respuesta que dio el escultor fue: “he puesto los que me cabían”, “podrían haber sido 6 o hasta 50”. En ese espacio dado por los arquitectos debían sucederse las figuras sin interrupciones, como un módulo que se repite generando una articulación de materia y vacío.
Por tanto, en los 12 metros que tiene el muro “le cabían” 14 figuras que respondían a su concepto escultórico, ni una más ni una menos.
Su principal anhelo era que el pueblo se sintiera identificado con aquellas figuras. Con el primer apóstol dijo retratar al patrón de la trainera de Orio (su pueblo natal), que en aquel momento era Inazio Sarasua. “Sí, son remeros […] 14 eran nuestros remeros de una trainera[…]y así puse el apóstol de la izquierda con el gesto de un patrón en las regatas” dejó escrito.
Pero la explicación más completa de Oteiza sobre las características del Friso y los apóstoles dice así: “Ellos escapan de la muerte espiritual, emergen, desprendiéndose de lo que les sujeta a la tierra. Recorriéndolos con la mirada, de derecha a izquierda, es como la imagen de uno solo que se mueve, que llora y, bajando los brazos, abraza a otro, poniendo así solución cristiana a su angustia, poniéndose así más gráficamente fuera de sí mismo, reflejando su amor a Dios en su amor al prójimo”.