Esta pieza fue realizada en 1945 en Argentina y fue expuesta en la muestra que Oteiza realizó en la galería Wittcomb de Buenos Aires. La obra, junto con otras de este periodo, contextualiza su interés por la estructura y las formas de expresión de las culturas precolombinas y su relación con lo trascendente. Su carácter primitivista coincide con las obras que presentó en San Sebastián en 1934 en la exposición celebrada en el Kursaal de la ciudad, junto con Lekuona y Balenciaga. Los volúmenes aplastados y la expresión ruda le aportan un carácter atemporal y presentan una expresividad marcada por el carácter compacto del cuerpo escultórico, antes de los procesos dinámicos y espacialistas con los que dotó a sus obras posteriores.
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