jueves, 6 de diciembre de 2018

Usos del suelo. Apuntes sobre gestos y prácticas en la escultura (fragmento) María Virginia Jaua








Esta cita nos obliga*, para continuar con cierto orden imposible, a invocar a Jorge Oteiza, que fue, es y seguirá siendo el gran maestro de la escultura vasca, y no solo eso. Escribo esta frase y aún sin haberla terminado me pregunto si él estaría de acuerdo con ella y si no habría preferido que en lugar de escultura hubiese empleado estatuaria. Como dilucidar el enigma me resulta imposible, diré que su influencia en los artistas —sobre todo en los vascos— sigue siendo determinante hoy e incluso es una referencia para los más jóvenes.
Al investigar acerca del emplazamiento que Oteiza dio a sus trabajos me topé con otro enigma. (El arte está lleno de ellos, o debería estarlo.) Buscando una pieza suya que pudiera ser clave, di con la que considero una de las más emblemáticas: la que tituló Caja vacía (1958).
No es una obra que participe de una manera clara y evidente del “uso de suelo”, de un juego infantil, y tampoco está hecha de materiales efímeros o humildes como el cartón, sino de acero, pero resulta clave dentro de esta línea que busca presentar diversos estudios de caso. Ahora lo veremos.
Esta “caja vacía”, tal y como fue concebida y leída en el contexto de la obra de este artista, deconstruye la escultura, vacía la forma o el cuerpo de un cubo, como diría el propio Oteiza con otras palabras. Este proceso de vaciamiento multiplica y potencia los niveles de lectura y de significado. Vemos que ahí hay algo que hace posible y coherente la incorporación de “la caja vacía” a estas reflexiones. Pero también hay algo más. En dicho vaciamiento se da un proceso de “arquitecturizacion” de la obra, y esto nos abre otro camino, hace que se bifurque el sendero, pues junto al uso del suelo libre y lúdico de las canicas aparece el universo lúdico y ordenado de las maquetas. Recordemos que otro de los juegos infantiles preferidos es construir mundos con pequeños cubos hechos de madera y diversos materiales y objetos encontrados. Los niños construyen en el suelo mundos que ellos pueden abarcar y en los que pueden inventarse vidas. Más adelante veremos cómo la intención que hay detrás del ejercicio de elaborar maquetas también participa, lo mismo que el juego de las canicas, del uso del suelo en el arte.
En Oteiza, que fue una de las mentes más brillantes en el arte de la segunda mitad del siglo xx, convergen senderos cuya confluencia parecía imposible. La caja vacía funciona como retrato religioso, como caja metafísica, uts-goikoa, espacio interior que respira por ajuste dialéctico. Estas descripciones y funciones no son mías, provienen del artista, y para mí todas son como pequeñas “iluminaciones”. Solo añadiría que cuando Oteiza apunta hacia la “desocupación” en la investigación artística está en proceso de cumplir la potencialidad absoluta del propio ejercicio creador.
Y tras decir esto, no cabe añadir nada más.
Veamos dos imágenes de la Caja vacía que me parecen curiosas por sus semejanzas y sus dife- rencias.


*Se refiere al texto anterior en el que habla de Duchamp.




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