miércoles, 20 de febrero de 2019

La eclosión cultural de los 60, un 'collage' con Oteiza como catalizador


Jorge Oteiza, «catalizador carismático»./USOZ
Jorge Oteiza, «catalizador carismático». / USOZ

Elixabete Ansa Goicoechea se ha aproximado a aquel período realizando, con una perspectiva nueva, «una lectura crítica más profunda»

N. AZURMENDI
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'Quosque Tandem!', de Jorge Oteiza; 'Isturitzetik Tolosan barru', de Joxean Artze; 'Harri eta herri', de Gabriel Aresti; Ez dok Amairu y todas sus posibles declinaciones poéticas y musicales; 'Ama Lur', de Nestor Basterretxea y Fernando Larruquert; las primeras novelas de Txillardegi... Una proliferación inhabitual de hitos culturales y creativos, más inhabitual aun en época de dictadura, convirtió en la década de los sesenta del pasado siglo a Euskal Herria en un entorno con una potencia creadora insólita, que la profesora e investigadora donostiarra Elixabete Ansa Goicoechea ha revisitado desde una doble distancia: la temporal que le aporta su juventud, y la espacial, que debe al hecho de haber completado su formación en varios países de América del Norte y del Sur y de ser en la actualidad profesora de Estéticas Comparadas en la Pontificia Universidad Católica del Chile. 
El resultado de esa aproximación es el ensayo 'Mayo del 68 vasco. Oteiza y la cultura política de los sesenta', editado por Pamiela en la colección 'Ensayo y testimonio', que se ha presentado en San Sebastián. Han acompañado a la autora el editor de Pamiela José Ángel Irigaray yFernando Golvano, profesor de Estética y Teoría de las artes en la Universidad del País Vasco, autor de varias investigaciones y publicaciones sobre las vanguardias estéticas de los años sesenta y setenta. 
También han hecho acto de presencia protagonistas y testigos directos de aquellos años de efervescencia en historia y la cultura vascas, como Marisol Bastida, viuda de Mikel Laboa, entre otros. Es muy probable que todos ellos compartan las palabras de la historiadora del arte y biógrafa de Oteiza, Pilar Muñoa, que se ha mostrado emocionada porque «los jóvenes os intereséis por un tiempo que pensábamos que estaba olvidado o era incomprendido». 

Un «descubrimiento tardío»

En cierto modo, ese olvido fue el detonante del proyecto de investigación de Elixabete Ansa, que descubrió bien entrada la primera década de este siglo -fue un «descubrimiento tardío», ha dicho-, piezas como el ya citado poemario de Artze, a quien dedica el libro. Tirando del hilo, se asomó a un mundo del que, pese a ser relativamente cercano en el tiempo y coincidente en el espacio, apenas le habían llegado ecos de algunos referentes «costumbristas y románticos». Empezó a interesarse por el fenómeno, y encontró «una serie de obras y autores que aparentemente carecían de conexión, pero que estaban unidos entre sí por su intensidad creativa». Con la convicción de que «todo aquello tenía que volver a interpretarse, sacarlo de su contexto y recolocarlo en otro nuevo», procedió a «rescatarlo como un momento de creatividad importante». 
José Ángel Irigaray ha destacado la originalidad de la mirada de Ansa, en la medida en que «no mira a la historia de manera compartimentada, sino que lo hace de manera dialéctica»; la manera correcta de mirar, «porque en historia no hay capas geológicas fosilizadas».
Recurriendo también a los símiles geológicos, Fernando Golvano ha afirmado que en el intento de Ansa «de producir un 'collage' dinámico que en cada lectura aporta algo nuevo, el pasado toma nueva forma en un ensayo que está vivo, como el magma». Así, a la hora de acercarse a aquellos años, sin olvidar el impacto que tuvo en Euskadi mayo del 68, y sin ignorar el «impacto negativo que tuvieron ETA y el Frente Cultural», Elixabete Ansa «ha trazado itinerarios libres a través de aquellos años productivos, creativos y dinámicos». Golvano ha elogiado la trayectoria, la minuciosidad y la originalidad de Elixabete Ansa Goicoechea, que está finalizando un proyecto en el que analiza la infuencia de artistas e intelectuales latinoamericanos en la obra y los posicionamientos estéticos de Oteiza, y ha descrito su libro como «el caleidoscopio de una cultura política que está por revisar».

Oda al 'collage'

«La característica que une a toda esta producción, y que nos gustaría ofrecer como punto de partida en la lectura de la cultura vasca de los sesenta, se podría definir a partir del concepto de 'collage', un 'collage' que responde a la coyuntura social y política del momento», ha escrito la autora en la introducción del libro, titulada precisamente 'Oda al 'collage''. 
Ese concepto, que se refleja también en la portada, fue el más utilizado a la hora de resumir el espíritu del libro y del período que ha analizado Ansa: un 'collage' que tuvo a Oteiza como «catalizador carismático», como un referente poderoso que fue también el nexo entre las vanguardias de varias décadas del siglo XX, y ayudó a establecer relaciones profundas con América Latina, rompiendo la tendencia peninsular de vivir mirando a Europa.

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